La Educación de los Aztecas
La educación de los aztecas tenía como propósito fundamental, formar la personalidad del individuo, lo cual se expresaba en lengua náhuatl como “in ixtli, in yollotl”, “alcanzar el rostro y el corazón”. En toda actividad se les inculcaba un gran sentido de la familia y del grupo humano. Su educación era tradicionalista y estaba basada en un origen bélico, por esa razón es considerada una cultura guerrera.
La educación de los aztecas al principio se dio en un medio hostil,
por lo cual su educación tenía un carácter marcadamente religioso y acentuado con una preparación militar, estas circunstancias
determinaron la finalidad de su educación con dos objetivos esenciales:
el religioso y el bélico, este último subordinado al religioso.
La educación de los aztecas presenta un marcado carácter
tradicionalista; es decir el ideal educativo es mantener, usos y
costumbres, religión y gobierno, inalterables. El tradicionalismo
pedagógico de los aztecas persistió hasta la llegada de los españoles.
El códice mendocino, nos ofrece por medio de jeroglíficos el proceso
educativo por el que pasaba el niño azteca desde el momento de su
nacimiento hasta llegar a convertirlo en un ser responsable para
subvenir sus necesidades.
El carácter ceremonioso de los aztecas, se expresaba en los
acontecimientos más importantes de la vida familiar y así cuando nacía un niño la tecitl o comadrona, pronunciaba un bello discurso lleno de palabras corteses y expresivas que señalaban inexorablemente la función social del hombre y la mujer.
A los cuatro días de nacido, el niño era bautizado, por medio de una
ceremonia domestico- religiosa; la casa se adornaba según el sexo del
bautizado y la comadrona volvía a pronunciar el discurso recalcando el
destino del recién nacido. Cada acto encaminaba al nuevo ser a realizar
el ideal bélico – religioso de la educación; y cuando el niño aún era de
cuna, los padres lo consagraban mediante otra ceremonia especial, con
la presencia del director del plantel educativo, a su futura escuela
donde debía concurrir más tarde. En educación doméstica, incumbía al
padre la formación del niño y a la madre la de la niña y era dura y
austera; principiaba en el tercer año de vida y en esta etapa los niños
recibían consejos para corregir su comportamiento. A los cuatro años
los reprendían a golpes. A los ocho se les amenazaba con pincharles
con púas de maguey. A los nueve se les hacía efectiva la amenaza
anterior. A los diez los niños eran castigados a palos, a las niñas se les
ataban las manos y se les amenazaba de darles golpes. A los once
años se les obligaba a aspirar humazos de chile, a los niños que hacían
algo indebido; a las niñas sólo se les amenazaba.
A los doce años los castigos consistían para los niños en acostarlos en
tierra mojada. Las niñas eran obligadas a barrer las calles por la noche.
Desde los cuatro años la madre enseñaba a su hija las primeras tareas
fáciles y a los cinco aprendía a deshuesar e hilar el algodón, que
perfeccionaban en los años siguientes, aprendían a tejer, moler el chile,
el tomate y el maíz, barrer la casa, lavar y en general a practicar todas
las labores domésticas.
También el niño desde los cuatro años ejecutaba en el hogar trabajos
fáciles y a los seis años los niños iban con sus padres a la chinampa, al
mercado donde aprendían a vender, acarreaban leña y se les enseñaba
a componer y tejer la red. Ya a los catorce años el muchacho aprendía
el oficio del padre y sabía pescar con habilidad.
La educación era dura y austera. La sobriedad en la alimentación, el
endurecimiento físico, para soportar las inclemencias del clima, así
como la fatiga y el dolor, lo cual se lograba con una disciplina rígida. Se
les inculcaba amor y obediencia a los padres, reverencia a los
ancianos, temor a los dioses y a cumplir con se deber.
Este tipo de educación respondió a una necesidad impuesta por el
medio. Su origen y finalidades lo justifican ; el instinto de supervivencia
obligó a los aztecas, a formar hábitos de sobriedad en la alimentación,
la inclemencia del clima y la pobreza inicial le dio resistencia al dolor y
a la fatiga y la obligación tributaria así como su engrandecimiento hizo
posible el efectivo aprendizaje de los oficios paternos.
En lo correspondiente a la educación pública a los quince años los
jóvenes, según a la clase social a la que pertenecían, ingresaban a dos
instituciones sostenidas por el Estado. Si el muchacho era hijo de
nobles, era puesto bajo la dirección del sumo sacerdote del Calmecac
(hilera de casas), y si era plebeyo se le entregaba al tepuchtlato o jefe
del Tepuchcalli (casa de jóvenes).
El Calmecac estaba anexo al templo mayor y allí el estudiante podía
estar toda la vida convirtiéndose en sacerdote o salir para casarse. La
entrada del joven a la institución era acompañada de discursos
rituales, pronunciados por padres y maestros, donde se ponía de
manifiesto la finalidad de la educación allí impartida.
En el Calmecac la educación era dura y los quehaceres pesados. El
curso de la educación constaba de tres grados, para llegar a ser
sacerdote y duraba aproximadamente cinco años cada uno. Se
levantaba a los jóvenes a las cuatro de la mañana y realizaban todos
los quehaceres necesarios para el uso y conservación del edificio.
Además eran adiestrados en la milicia y en caso de guerra iban en
campaña acompañados por los sacerdotes. El Calmecac era una
escuela donde se formaban hábitos para dominar la voluntad, los
apetitos y el dolor.
Se les transmitía toda la ciencia astronómica, el conocimiento de la
cuenta calendárica; se les enseñaba a hablar con propiedad, urbanidad
y retórica; dominaban la lectura y escritura jeroglífica y los cantos
sagrados; con los pocos signos de su sistema vigesimal, aprendían a
contar y podían resolver operaciones complicadas.
Existió también un Calmecac para las jóvenes que se dedicaban al
servicio de sus dioses y en el la enseñanza era religiosa y sólo podían
salir para casarse.
El Tepuchcalli era la institución educativa donde asistían los jóvenes del
pueblo, después de los quince años de edad; para convertirse en
valientes y hábiles guerreros. Esta fue una educación práctica y
respondía a las necesidades del medio geográfico y social en el que se
desenvolvían los aztecas. En cada barrio o calpulli había tepuchcallis
donde los jóvenes ingresaban en medio del ceremonial acostumbrado.
Una vez internados en esta escuela se dedicaban a mantenerla limpia,
la vida allí era difícil y sufrían penitencias y privaciones; cooperaban en
el laboreo de las tierras del Tepuchcalli, que proveía su sustento,
intervenían además en la construcción de templos, palacios y calzadas.
La enseñanza primordial era el dominio del arte de la guerra, que se
iniciaba con el acarreo de la leña, el adiestramiento en el manejo de las
diversas armas y en la práctica para poner emboscadas y hacer con
éxito el papel de espías.
Aprendían también civismo, artes y oficios, la historia, las tradiciones y
cultivaban el hábito de la obediencia a la religión, así como el saber
guardar continencia alcohólica y sexual.
Existió también un Tepuchcalli para las jóvenes, existió uno en cada
barrio y sólo dio enseñanza religiosa y doméstica.
No sólo contó con educación doméstica y pública la cultura azteca, si
no que también llego a contar con educación estética.
Ésta era impartida en el Cuicacalco escuela donde se enseñaba danza,
música y canto. Allí concurrían al atardecer los jóvenes del Tepuchcalli
y las jóvenes también. Usaban vestidos especiales muy hermosos y se
adornaban de manera especial para concurrir a esta institución; eran
dirigidos por un jefe noble que presidía las reuniones que duraban casi
hasta la media noche, donde se danzaba, cantaba y bailaba. Las
jóvenes eran acompañadas por maestras que cuidaban de ellas.
Las jóvenes de la nobleza asistían a una especie de Calmecac femenino
anexo a los templos; el sostenimiento de su educación corría a cuenta
de sus padres o de las mismas alumnas que contribuían con su trabajo
en el templo al pago de su educación. Se convertían en sacerdotisas
del templo, y debían sujetarse a la disciplina severa y a vivir recluidas,
los votos podían hacerse por uno o por varios años o por toda la vida.
La mayoría de las jóvenes salían del Calmecac para casarse. La
educación incluiría el ritual, la enseñanza doméstica y la educación
moral.
Para concluir, entre las características más importantes de la educación
azteca están que era elitista, tradicionalista, era imitativa, se regía por
la religión, era disciplinada, tenía carácter militar y era no coeducativa.
Referencias
http://www.members.fortunecity.com/dinamo/articulos/art012.htm
http://www.geocities.com/umsada/trabajo5.htm